domingo, 29 de noviembre de 2009

¿MALVADO ó ESTÚPIDO?


Cada vez que un nuevo banco norteamericano quiebra, un mensaje llega a mi correo electrónico. Cincuenta mensajes solo en el tercer trimestre. Superan 150 los bancos quebrados desde el inicio de la crisis. Quedan más de 8.000. Según la consultora Foresight Analitics, cerca de 60 entidades quebrarán en el último trimestre. Y la cifra seguirá subiendo. Las estimaciones más recientes del FDIC (equivalente norteamericano a nuestro Fondo de Garantía de Depósitos), son que 552 entidades están en la lista de posibles quiebras, y es que en el tercer trimestre, un 27% de las entidades declararon pérdidas, es decir, que más de 2.000 bancos perdieron dinero el último trimestre. Deficiente control del riesgo, fallos en la regulación... En medio de este panorama, y cuando todavía tiene que llegar la segunda oleada de quiebras con origen en el sector inmobiliario no residencial, el Presidente de la Reserva Federal, en un movimiento inusual, se ve obligado ayer a salir a los medios de comunicación a expresar al tiempo su culpa, pero también su preocupación, por la amenaza del Congreso de retirar poder supervisor a la institución.

Así que mientras los norteamericanos andan a vueltas con el pasado, tratando de extraer lecciones para el futuro, en España, lo que ocupa es el ultrafuturo. Es decir, el anteproyecto de ley de Economía Sostenible. No es de extrañar que en la editorial del suplemento de Negocios del diario El País de ayer, se diga algo parecido a aquello de “es el paro, estúpido”. Y es que parece que estemos ante un caso del tipo de gobierno malvado al que el economista alemán Juergen Donges se refería en una conferencia el pasado jueves en la Fundación Rafael del Pino, para calificar a aquellos que practican una política de palabras vacías y tierra quemada.

En la economía española, el deterioro de la demanda doméstica alcanza niveles que no tienen igual en los países de nuestro entorno. Mientras nuestro PIB pierde algo menos que el de algunos de nuestros vecinos, el desplome de la demanda, más que dobla el del PIB. Tal es la contracción, que los consumidores, han elevado a niveles record su tasa de ahorro sobre la renta bruta disponible. Y ese ahorro, que cabría ser destinado en un futuro menos gris al consumo, y por lo tanto a acelerar la recuperación, no aparece en las estadísticas de incremento de depósitos. Es como si se evaporase. La única explicación razonable es que los consumidores están utilizando ese ahorro para “desapalancarse” es decir, para hacer frente a sus deudas reduciendo el saldo vivo de crédito del sistema. Por las buenas y por las malas. Las últimas estimaciones son que el saldo vivo cae este año en 20.000 millones de euros. Puede creer el Gobierno que tendrá suerte, y que entremos más o menos pronto en zona de crecimiento cero. Cabe también que la tasa de desempleo deje de crecer exponencialmente. Entre las tres posibilidades, mentiras, verdades o estadísticas, es esto último. Y es que si cae más a prisa la población activa que la ocupada, parecerá que no aumenta el paro. No hace falta ser tan pesimista como el bloggero Marc Vidal, cuya entrevista en TV3 es No Apta, para saber que si no hay una pronta concentración de esfuerzos, necesariamente liderada por el Gobierno, para acometer una reforma del mercado de trabajo estamos condenando a millones de personas a una economía de subsistencia. Esperando, nos entretenemos con Dubai. Dice Mauldin que si el fondo soberano de Abu Dhabi, con 650 MM $, emite un pequeño cheque, hace desaparecer el problema. Ni esto rescatará al dólar, ni hundirá las bolsas. Otros, quizá sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario