lunes, 18 de enero de 2010

ASISTENCIA INTERNACIONAL



El Gobierno griego anunció el jueves un plan a tres años para reducir su déficit presupuestario. Recurriendo sobre todo a recortes de gastos y a inconcretas ventas de activos, el Plan contempla la reducción del desequilibrio fiscal, desde el 12,7% actual hasta el 2,8% del PIB en 2012. Poco después del anuncio, el Presidente del BCE, señalaba que la entidad no cambiaría su política de colaterales en beneficio de ningún país.

Y es que el BCE permite a los bancos utilizar bonos del Gobierno como garantía cuando solicitan fondos al banco central para su actividad habitual de negocio. Normalmente los bonos utilizados han de tener una calificación crediticia mínima de A-. En respuesta a la crisis, esta calificación mínima se redujo temporalmente a BBB-, pero solo hasta finales de 2010, cuando volverá a A-. Grecia, cuya actual calificación crediticia se veía reducida en diciembre a BBB+, afronta la posibilidad de nuevas reducciones, de modo que también se aproxima la posibilidad de que su deuda no pueda ser utilizada como garantía ante el BCE, lo que disminuiría fuertemente su demanda, y obligaría a incrementar con fuerza los tipos de interés.

Es la sombra de esta amenaza la que ha obligado al Gobierno a presentar un plan de ajuste sin más demora, con la practica seguridad de que lo inconcreto de algunas de sus medidas clave, forzarán un nuevo plan a mediados de febrero, cuando los ministros de finanzas de la zona euro tienen previsto reunirse para analizar la propuesta presupuestaria griega. Por si las cosas se complican, el Gerente del FMI, ya manifestaba el viernes la disposición del organismo a ayudar a Grecia si esta ayuda no venía del BCE o de la UE.

Entramos en una fase en la que las consecuencias de los desequilibrios presupuestarios afectan a aspectos básicos en la relación de los países miembros del euro con el banco central, y esto seguirá teniendo consecuencias visibles en el funcionamiento de los mercados de divisas y deuda en próximas semanas. De lo que cabe poca duda, es que la UE no puede permitirse, y menos lo hará con Grecia, una interpretación laxa de sus reglas, particularmente de aquellas que tocan aspectos críticos del de funcionamiento del mercado monetario europeo, y que atañen a la credibilidad del BCE, de modo que tarde o temprano, todo apunta a que Grecia tendrá que recibir asistencia internacional.

Un aspecto nuevo a tener en cuenta es que con la entrada en vigor este año del Tratado de Lisboa, pasa a la historia la posibilidad de un país de bloquear acuerdos en el seno de la UE. Esto refuerza en mucho el poder del eje franco-alemán, aparentemente convencidos de que más les vale afrontar las crisis compartiendo y cediendo, que enfrentándose. La situación económica de ambos es comparativamente de las más cómodas dentro de la Unión, lo que les facilita la influencia sobre el desarrollo de la crisis en algunos de sus socios. Y ello a pesar de que la Canciller alemana se preguntaba sobre quien va a imponer al Parlamento griego una reforma del sistema de pensiones.

Cabe esperar que 2010 no sea un año fácil para la UE, y previsiblemente tampoco habrá de serlo para el euro. Algunos países como Grecia tendrán que prepararse para afrontar una crisis social si no son capaces de convencer a sus ciudadanos de la necesidad de un ajuste de la magnitud que precisa, y otros como España, confiar en la suerte en forma de una recuperación de los países centroeuropeos, porque atendiendo a la entrevista que ayer domingo publicaba el diario “El Pais” al Presidente del Gobierno, es imposible encontrar en sus declaraciones sobre economía más allá de miradas al retrovisor para referirse a medidas paliativas. Mientras todo esto ocurre cerca, el economista jefe del Banco Mundial afirmaba estos días en Washington, que una recaída “es un escenario muy probable”

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