martes, 20 de abril de 2010

ASEGURE SU INGLÉS




¿Qué ha entendido usted cuando ha leído “extended period”? Es una expresión repetidamente utilizada por la Reserva Federal en sus comunicados. La aplica a los tipos de interés para referirse al tiempo que estos se mantendrán “excepcionalmente bajos”. Según el Presidente de la FED de Chicago, esta expresión ha de interpretarse como el intervalo de tiempo preciso para que tengan lugar entre tres y cuatro reuniones del FOMC, órgano que decide sobre la política monetaria. Dado que las reuniones tienen lugar cada seis semanas, el periodo de tiempo durante el que los tipos se mantendrán excepcionalmente bajos oscila entre 18 y 24 semanas. Entre cuatro y seis meses. ¿Quiere decir eso que los elevará como muy tarde a la vuelta de agosto y poco antes de las elecciones legislativas de noviembre? Veremos.

Mientras tanto, todo indica que no tenemos que preocuparnos de esto, salvo porque los bancos empezarán en breve a azuzar a las empresas con que los tipos van a subir, y que deben de cubrirse de esa subida. Después les pondrán sobre la mesa los consabidos derivados, en los que como siempre abundará lo “tóxico”, y a ver si así mejoramos un poco la cuenta de resultados. Si a alguno se le ocurre decir tiempo después que aquello no era realmente una cobertura, el banco, como hace ahora Goldman Sachs, se llevará las manos a la cabeza y dirá que como una empresa va a contratar un derivado tan complejo sin leer los “extensive disclosures” en los que se advertía de los riesgos, y en los que expresamente se señalaba que es el cliente el que solicitó el derivado sin que existiese recomendación alguna por parte de la entidad. Vamos, que si así fuese íbamos a estar como estamos. Pues nada. Y nada quiere decir que los bancos, nada de nada. Que siguen a lo suyo. Como dicen que los tipos ya no pueden bajar como argumento para empujar a cubrir, pero resulta que los tipos de largo están relativamente altos, tienen que disfrazarlo con RKO´s desactivantes, o con la venta encubierta de opciones sobre swaps. En resumen, que si un día en verdad suben los tipos, la cobertura, ni es cobertura, ni es nada, y mientras tanto, a pagar el carry. Es una pasta, pero, ¿qué es el carry? La diferencia entre el tipo de corto (por ejemplo el tipo a 3 meses) y el tipo a largo, por ejemplo el 5 años. Algo así como el tipo a 3 meses multiplicado por cuatro. Lo que es grave en una cobertura, no es lo que vale. Eso lo determina el mercado. Lo que si lo es, es que tu proveedor de servicios financieros, después de asustarte con la subida, te venda como cobertura, algo que finalmente resulte no ser.

Esto todavía no ha empezado, pero solo ayer, de tres propuestas de cobertura, solo una podía considerarse como tal, y en la que podía considerarse así, el sobreprecio era cercano a 300 M€ en un importe de 20MM€. Cuenta un trader de derivados en una especie de autobiografía que titula FIASCO, que el director de S&P había sugerido colocar un subfijo R en algunas emisiones de híbridos que combinaban derivados con deuda tradicional, para sugerir que lo que la agencia calificaba como AAA se refería a la ability del emisor para el repago, y no a la likelihood de que realmente este fuese a producirse.

Moraleja. Asegure bien su inglés, porque en derivados, lo que domina es el contrato ISDA, y que yo sepa, la International Swaps and Derivatives Association, no tiene prevista la traducción. Y dice GS en su nota del domingo, que si ellos fuesen conscientes, serían los primeros en condenarlo y tomar apropiadas medidas. Pues vale.

martes, 13 de abril de 2010

¿ACERTAR? MEJOR NO ERRAR



Uno de los economistas más activos últimamente en la prensa española me enviaba el artículo que publicaba ayer en Expansión, en el que señalaba que el dólar vivirá en el filo de la navaja teniendo como barra de equilibrio la confianza de los inversores en la capacidad del país para refinanciar sus pasivos exteriores.

Otro artículo, en este caso enviado por un director financiero, y publicado por el diario El Mundo, se preguntaba sobre si la crisis del sistema financiero no sería ya suficiente como para que nos acercásemos al fin de la “excepción británica” es decir, a la desaparición de la libra esterlina por su incorporación al euro.

Otro personaje, economista catalán, conocido por sus extravagantes americanas, y para más señas Catedrático de la norteamericana Universidad de Columbia, señalaba en Punto Radio que habrá Bancos y Cajas en España que sufrirán “un auténtico tsunami”.

Me decía ayer un director financiero que se relaciona con el dólar a través de las compras, que el pasado jueves, cuando la moneda americana se cruzaba a 1,33 con el euro, había tenido oportunidad de comentar con su equipo, lo poco probable que veían una cesión de este más allá de 1,35 -este mismo lunes alcanzabamos 1,3690). También el jueves, otro Director Financiero, que contempla el dólar como exportador, había empleado el día en intentar convencer a su Director General, de que tras varias semanas de espera, había llegado el momento en 1,33 de cerrar una parte importante de la exposición. Hubo de esperar al viernes para obtener el placet y proceder al cierre. Un tercer director financiero, particularmente apreciado por mi, me animaba el viernes a recuperar una muy antigua costumbre de detallar las recomendaciones de actuación para importadores y exportadores, de modo que con una simple ojeada se obtuviese la impresión de si había que hacer algo o no. “El tiempo; no tenemos tiempo” fue uno de sus argumentos.

La verdad es que dio en el clavo de una de mis principales inquietudes. La clave para alguien que se dedica a esto de interpretar los mercados, está en encontrar el modo sencillo de expresar sus recomendaciones en el que los beneficios de un mensaje sin matices, superen siempre a los posibles inconvenientes. Y es que si atendiésemos a uno de los gestores españoles de fondos más premiados internacionalmente, nos ahorraríamos ese trabajo, pues en su opinión, cualquier previsión sobre el comportamiento de los mercados financieros a menos de dos años es una estupidez.

Aun no estando demasiado lejos de este planteamiento, los asesores tenemos el reto de ayudar, pero sin conducir a errar. Es evidente que ninguno sabemos a ciencia cierta que hará el dólar, o si la libra se incorporará al euro, o si tendrá o no lugar el tsunami que se advierte sobre bancos y cajas. En cuanto a pronósticos, unos y otros conjeturamos. Aun así, hay espabilados que van diciendo por ahí, que fallamos en acertar donde va el dólar. Pues claro que fallamos. ¿Y? Deben de pensar que el modo de hacer pronósticos acertados viene en algún manual secreto al alcance de iniciados. Todos nuestros interlocutores de esos últimos días tuvieron su recomendación. Clara, concisa y concreta. En esto, rara vez fallamos. Creemos que el dólar tiene bastante más espacio para apreciarse, que la libra no desaparecerá en el euro, y que los tipos de interés se mantendrán bajos. Pero son conjeturas. Lo que sabemos, y en eso no conjeturamos, es lo que debe de hacerse en todos y cada uno de los casos que se nos plantean. Nuestro reto está en encontrar una forma sencilla que alerte. Válida sobre todo para aquellos que manifiestan que “no tenemos tiempo”. Esperemos lograrlo.

lunes, 5 de abril de 2010

EL SECTOR "R"


Introduce el Catedrático de Estructura Económica Santiago Niño Becerra el primer capítulo –el dedicado a Irlanda- de su libro “El crash del 2010” con una antigua canción que seguramente le resultará familiar: “Molly Malone”. La recordará porque es posible que con esta vieja canción aprendiese al menos dos nuevas palabras, “Cockles and mussels, alive, alive oh”.

Pero del mismo modo que la tradicional canción irlandesa sirvió a mi vieja profesora de inglés en su intento de desasnar mi conocimiento de la lengua del imperio británico, la historia de la dulce Molly, sirve de excusa al profesor para introducir “lo que se nos avecina”. Viene a cuento, porque hace solo unos días, el catedrático de la barcelonesa Universidad Ramón Llull pronunciaba una conferencia en Zaragoza que, por lo que he podido saber a través de algunos de los asistentes, no dejó indiferente a nadie. No aportó, que yo haya tenido noticia, otra cosa que lo ya expuesto en su obra publicada el pasado año y en la que sostiene la tesis de que estamos ante una crisis sistémica de las que se producen aproximadamente cada 250 años. Dice el profesor, que habiendo cumplido su función, el sistema se prepara para su próxima extinción y que ahora asemeja a lo acontecido en los años previos a la Revolución francesa, en los que se diseñaron los aspectos filosóficos que dieron lugar al sistema capitalista. No recuerdo exactamente en que parte de su libro, pero para defender su tesis, señala que la señorita Mallone, fallecida a causa de unas fiebres, había nacido con la única aspiración de vender berberechos y mejillones vivos en la bella Dublín, y al menos en eso, la evolución del sistema capitalista había hecho mucho por cambiar el destino de la clase trabajadora.

En décadas recientes, el sistema había puesto a disposición de muchos la posibilidad de cambiar su destino, algo vedado a Molly Mallone. Claro que en ese intento de aspirar a un destino distinto al marcado por la cuna, el acceso al crédito ha jugado un extraordinario papel. Por la persistente mala distribución de la renta y el recurso al crédito como alternativa, “cuela” el profesor el desencadenante de la crisis del sistema capitalista. Nos anticipa un retorno a lo “útil”, a través de un largo periodo en el que la escasez de recursos productivos y de capacidad de compra serán característica; y en el que muchas de las actividades que hoy conocemos basadas en la existencia de un fuerte excedente desaparecerán, para dejar lugar a otras que tengan por objeto fundamental, la utilidad, la eficiencia y la productividad. El sector “R”, llega a denominarlo: reconstrucción, rehabilitación, reparación.

Hoy es fiesta en algunas Comunidades Autónomas. Un lujo de hoy que quizá sea preciso cambiar en el futuro. Buena parte de los mercados financieros están cerrados y no podrán celebrar hasta mañana el primer dato importante de creación neta de empleo en EE.UU. desde hace dos años. Además, la tendencia puede continuar, pues solo la elaboración de un nuevo censo implicará la contratación de cerca de un millón de personas. Fueron 48.000 las contratadas para este menester en marzo, lo que permitió que el número de nóminas, que es lo que registra este dato mensual, aumentase en un neto de 162.000, estadística que esconde muchos matices para el análisis, pero que permite destacar algo extremadamente importante, y es que las pequeñas empresas no han reducido sus nóminas este mes. Todo esto, habría de ayudar a sostener al dólar, pues en la versión más compartida, es la economía norteamericana la que está mostrando más evidentes síntomas de recuperación. Ello no quita, que solo para mantener la tasa de desempleo donde está, se precise una creación neta de 125.000 nóminas al mes. Unos los aportará el censo. Los otros, ni el profesor Becerra lo sabe.