jueves, 25 de marzo de 2010

NOMBRE EN CLAVE: SCHÄUBLE


Fue a uno de estos economistas norteamericano, a los que la crisis ha hecho tan popular, al que leí hace solo algunas semanas, que el dólar, antes de hundirse ahogado en su propia deuda, no lo haría sin haber pasado por volver a cambiarse 1:1 frente al euro.

Curiosamente, otro conocido economista, en este caso español, pero que trabaja para una entidad norteamericana, decía, no hace demasiadas semanas, que el dólar difícilmente bajaría de 1.40 y aún así lo aceptaba algo por debajo (1.38) solo porque se lo decían sus analistas técnicos. Creía que estábamos en mínimos y que el camino que cabía esperar del año era el de retorno hacia 1.60. Así se manifestaba en un artículo y lo reiteraba días después en una reunión de analistas financieros cuya primera fila estaba ocupada por dos exministros de economía, y algún exsecretario de Estado del ramo. Igual le pasó a la locutora de deportes de RNE que desde el Sanchez Pizjuan, justo antes del inicio de la tertulia que anteanoche me ocupó, negaba la posibilidad del cese del entrenador del Sevilla. La noticia de alcance con la que el director del programa cerraba nuestra tertulia 60 minutos después era el cese del entrenador. Eso nos permitió a cada uno de los allí presentes recordar anécdotas semejantes y resultó que coincidimos en que sólo aquel que se pronuncia está expuesto a equivocarse.

En lo que no coincidimos fue en la lectura de la situación europea. A mi entender, la crisis griega está dejando lugar a una autentica revolución silenciosa en la que los alemanes van a decir todo, o casi todo, sobre el futuro europeo. Hace unos días escribía sobre el “experimento griego”. Consiste en saber hasta donde aguanta una sociedad occidental desarrollada el tipo de medidas que estaban tradicionalmente reservadas a las economías en desarrollo. El Tratado de Lisboa ha cambiado las reglas de juego de la Unión y eso significa más poder de decisión para Alemania. Pero eso usted ya lo sabía.

Ese poder alemán va a imponer unas reglas del juego nuevas, que querrán pasar más pronto que tarde por la reforma del Tratado de Maastricht. Solo pensar en las consecuencias que para el euro puede tener el proceso de ratificación de las nuevas reglas de un nuevo Tratado, eriza la piel. Pero del mismo modo que no se conocen experiencias en el mundo de salidas de una fase de sobreendeudamiento sin episodios de alta inflación, tampoco se conocen crisis de la Unión Europea que no hayan tenido como consecuencia un proceso de reforzamiento institucional. Solo seis años después de la debacle del SME con el abandono del sistema por algunos países, nacía el euro como moneda escritural. Absolutamente impensable en septiembre de 1992.

Pues bien, anteanoche, alguno de mis contertulios, calificaba como impensable la sola posibilidad de que Alemania estableciese y exigiese el cumplimiento de determinadas condiciones para estar en el euro. Condiciones del tipo, “el que no cumpla, se va”; “o lo echan”. Este es un cambio extraordinariamente importante, y esNegrita algo que no veía así de claro antes de la fase aguda de la crisis de los países del Club Med. Antes pensaba como hipótesis en un abandono alemán. Hoy no. Hoy, cuando algunos países como es el caso de España, solo pueden competir en precio, si atendemos a lo que opina el Secretario General de CC.OO. y cuando otros como Portugal ven como se baja su calificación a pesar de no estar peor que Reino Unido, ya se percibe, que no volverá el euro a 1,60 sin haber pasado antes por el borde del abismo de su desaparición. En esto, estoy mucho más cerca del pronóstico del norteamericano, que de mi sabio colega español. Mi ventaja respecto a la locutora, es que esto, no lo vamos a saber mañana. Mientras tanto, le doy un nombre clave: Schäuble.

domingo, 14 de marzo de 2010

A MITAD DE PRECIO


Tiene 63 años. Está casada con un premio Nobel que visitó España recientemente invitado por la Fundación Rafael del Pino, y que como ella, es profesor en la californiana universidad de Berkeley. Se la considera una autoridad mundial en materia de desempleo. Muchos economistas la creen partidaria de mantener los tipos de interés bajos como base para la fórmula que ha de conseguir estimular el crecimiento económico y reducir la tasa de desempleo. Todavía no es oficial, pero todo indica que está dispuesta a reducir su salario a la mitad al asumir la nueva responsabilidad para la que el Presidente norteamericano quiere proponerla. Es actualmente la Presidenta de la Reserva Federal de San Francisco, y todos los indicios apuntan a que será la Vicepresidenta de la Reserva Federal a partir del próximo mes de junio, cuando finaliza el mandato del actual Vicepresidente.

Su nombre, Janet Yellen. Estuvo en todas las quinielas como posible alternativa al actual presidente de la FED. Fue cuando el Congreso amenazó el pasado mes de Enero con no renovar el mandato del georgiano, al que se consideraba en muchos ámbitos responsable de la escasa supervisión del sistema financiero que condujo a la crisis de 2008 y cuyo rescate tan impopular resulta en EE.UU.

Así pues, un experto en inflación y una experta en desempleo, estarán al mando de la institución monetaria más poderosa del mundo, en uno de sus momentos más cruciales. Confluyen la necesidad de estimular el crecimiento, la de gestionar la retirada de las medidas extraordinarias de liquidez, la de hacer frente al desapalancamiento simultaneo de la deuda de los sectores público y privado, la de mantener el control sobre los precios, y sobre todo, la de evitar que nada de lo que se ejecute desde la institución suponga un límite a la creación de empleo. Y es que nos encontramos ante la recesión más destructiva en empleo que se ha registrado desde la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, todo apunta a que en la segunda mitad del año, la Reserva Federal tendrá que evaluar seriamente el abandono de la política de tipos cuasi cero, para iniciar un lento, progresivo y cabe que suficiente y anticipadamente anunciado ajuste al alza de los tipos de interés de corto plazo. Los datos económicos de las últimas semanas no ofrecen demasiados argumentos favorables, particularmente en el ámbito de los consumidores, pero en 2010 los norteamericanos encaran una fuerte necesidad de financiación pública, lo que tenderá a introducir presión alcista sobre los tipos de interés de la deuda, factor este de enorme influencia en la formación de expectativas sobre la evolución del tipo de cambio del dólar, pero también sobre los tipos de interés de largo plazo en Europa. Este año, vencen en EE.UU. 713 MM en bonos y obligaciones que precisan ser refinanciados, a los que hay que sumar las necesidades del nuevo déficit de 1,56 billones para alcanzar una cifra record de necesidades de financiación de 2,27 billones de dólares. Podemos compararlo con el ejercicio 2007, en el que la cifra total a financiar fue de 753 MM.

En Europa, continuamos estas semanas algo ajenos a lo que sucede en EE.UU. y ocupados en nuestras propias dificultades. Continúan sucediéndose los capítulos griegos en los que cada vez es más patente el protagonismo alemán con acompañamiento francés. Esto no impide que el dólar registre un ajuste a la baja de cierta entidad, algo que por otra parte era más que debido.

jueves, 11 de marzo de 2010

VINO, ACEITUNAS Y CERVEZA GUINNESS


Los pronósticos del FMI señalan que su déficit público alcanzará el 13,2% del PIB en 2010. Cuando llegue 2014, su deuda pública como porcentaje del PIB, solo será superada por Japón. En la capital de ese país, según reciente editorial de uno de sus periódicos, el porcentaje de niños que viven bajo el nivel de pobreza, es del 40%, exactamente el mismo que reflejaba un informe de principios del siglo XIX. Siete de los diez distritos más pobres de todo el país, están en la capital. Y eso que su moneda registró una depreciación del 30% en su trade currency index entre mediados de 2007 y finales de 2008.

Aprovechando mi visita, y tratando de obtener provecho de esa debilidad que ahora amenaza de nuevo con volver a llevarla a cambiarse por uno frente al euro, me dirigí a una de sus más conocidas librerías. Quería comprar “On the Brink” el relato a modo de diario en el que el ex-secretario del Tesoro de EE.UU. narra los sucesos que llevaron a la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. En la planta sótano está el departamento de Finanzas. Era viernes por la tarde. Unos pocos potenciales compradores hojeaban ejemplares. Tras reservar uno de “Al borde del abismo”, me dispuse a disfrutar de las novedades en el rincón de los manuales de gestión de riesgos. Apenas había tenido oportunidad de echar mano al primero, cuando una voz me preguntó: ¿Trabajas en FX? Era un joven de raza negra y mediana edad. A diferencia de mi vestimenta de sport, él lucía un traje oscuro que parecía indicar que acababa de salir de su trabajo. Sí, -le respondí-, en cierto modo; soy consultor de riesgos y conozco un poco el mercado de divisas. Entonces, ¿puedes recomendarme un manual para empezar? -me dijo-. Acababa de despedirse de su banco. Estaba determinado a cambiar su carrera de vendedor de productos y le atraía el mercado de divisas. ¿Se puede ganar dinero?, ¿cuánto? Me había cruzado en el camino de un desconocido que me pedía algo de luz, y al que por alguna razón había despertado confianza. Le ayudé en lo que pude, y le dejé para que tranquilo eligiese entre dos de varios manuales que juntos hojeamos, no sin antes desearle buena suerte. Y pensé en la mía por no estar en su circunstancia. ¿Cómo resolver el problema más difícil de otros muchos que igual que mi protagonista tendrán que cambiar de carrera, pero que a diferencia de él, todavía no lo saben?

De momento, nos ocupan los griegos. Y es que en ellos se desarrolla un experimento social que también nos compromete. Dice un famoso economista norteamericano, que Grecia debe de abandonar el euro durante un tiempo y volver mas tarde con un tipo de cambio devaluado alrededor de un 30%. Otro conocido economista, en esta ocasión ex ministro argentino -ya imagino la expresión de su cara al leer esto- afirma que lo que deben de hacer los griegos es “devaluar fiscalmente”. Me llamó la atención, porque es algo que he leído a otros recomendar que debe de hacer España. Una devaluación fiscal. La variante propuesta por el argentino, explicada de modo sencillo, consiste en anular las cargas impositivas sobre el trabajo, y compensarlas con un incremento del IVA, de modo que el Estado mantenga la recaudación. En el caso griego, los cálculos teóricos se establecen en un tipo único de IVA del 25%. La ganancia de competitividad sería inmediata, sin forzar una deflación salarial y sin abandonar el euro. Como señalan muchos pensadores, el sector privado y el sector público no pueden reducir al tiempo su déficit si no es generando un superávit exterior sostenible. Pero si devaluamos todos, ¿quien compra? Dicen los más críticos, que a los PIIGS, más les vale que haya vida en Marte y que esta se alimente de vino, aceitunas y cerveza Guinness. Lo que aprecio de mi protagonista es, que para cambiar, no ha querido esperar al final del experimento.