lunes, 19 de junio de 2017

TODO BIEN, AUNQUE NO PARA ROGERS


El año 2017 en la economía mundial está sorprendiendo en positivo de modo que, a pesar de que las dudas en estos primeros seis meses han ido por barrios y los mercados han reaccionado arrimándose ahora aquí, ahora a allí, siempre al calor del sol que más calienta, lo esencial es que las cosas van en global mejor de lo que se aventuraba.  Para ello ha hecho falta acostumbrarse poco a poco a la incontinencia en twitter del Presidente norteamericano, y haber superado, por ahora con éxito, la amenaza de gobiernos populistas en Europa. Resulta que las previsiones se revisan al alza y las amenazas o se diluyen o se quedan dónde estaban.

Uno de los grandes desafíos de 2017 consistía en digerir las consecuencias sobre la economía mundial de la subida de tipos de interés en EE.UU. De momento ya han subido dos veces este año (cuatro desde el mínimo), y nos han anunciado una tercera, que irá seguida de hasta tres más en 2018. Y los mercados, sin casi inmutarse, más bien al contrario, disfrutando de un volatilidad sin precedentes por lo baja y en algunos casos –sobre todo los índices de bolsa norteamericanos, pero también otros como el francés y el alemán- en máximos históricos. Bien es cierto que para no llevarse a engaño, es preciso ver hasta qué punto los índices representan la economía de su respectivo país, porque poniendo como ejemplo a Francia, cuyo mercado de valores fijaba un nuevo máximo histórico en mayo, de las ventas de las compañías que componen el CAC 40, solo el 29% se realiza en el propio país, mientras que el 43% se hace fuera de la Unión Europea.  Es a la luz de cifras como estas donde lo ridículo de las políticas proteccionistas se pone de manifiesto. Las cadenas de valor son consecuencia de circuitos de producción mundiales, -España es uno de los grandes productores de bienes intermedios- y salvo que la inteligencia artificial, que apenas está en su fase más inicial, frene su desarrollo, las políticas proteccionistas tan del gusto de los demagogos del populismo, no podrán ni siquiera llegar aplicarse.

Había un asomo de preocupación estas últimas semanas con lo que dejarían los bancos centrales europeo y norteamericano. Se temía un tono más duro en el primero y más laxo en el segundo. Ni en uno ni en otro caso resultaron fundados los temores, lo que ha servido para abortar un mayor avance del euro, en lo que se ha convertido en uno de los grandes deslices de previsión de este año: la visita de la paridad con el dólar, ahora abandonada en buena parte de los pronósticos.

Pero más que la evolución del par euro/dólar, es el comportamiento de las divisas emergentes en general, y del peso mejicano en particular, uno de los hechos que merece destacada mención. Precisamente México aparecía como la víctima señalada por EE.UU. para representar el cambio de su política.  Para burla de muchos,  ninguna otra divisa se ha apreciado tanto con el dólar en lo que llevamos de año (15%), pero el rublo (6%), el rand (7%), la rupia (5%) y hasta incluso el cuasi anclado yuan (2%) han superado sin problemas la subida de tipos en EE.UU. y las expectativas ciertas de que seguirán subiendo. Los flujos que acuden a las economías emergentes siguen en ascenso y a salvo de episodios puntuales como el que hace del real el único entre los grandes emergentes que pierde levemente con el dólar, (-1%), parece que por este siempre delicado lado, las cosas van bien, gracias, y nada indica que hayan de cambiar. No obstante siempre es bueno escuchar al que lo ve de otro modo. Es el espacio para el inversor Jim Rogers. Nos lo dice en una entrevista titulada: “El peor crash de nuestra vida está en camino” (no apta).   

¿QUE DESTACAMOS? 

n  El Banco de España da por perdidas la casi totalidad de las ayudas públicas a la banca durante la crisis
n  Francia: Abstención record (57%), pero mayoría absoluta –aunque no tanto- del partido del Presidente
n  ¿Tareas de Macron?  Reforma del mercado laboral en tres meses (Noyer, ex vicepresidente del BCE)

lunes, 12 de junio de 2017

EURO: ¿UN LARGO PERIODO DE DEBILIDAD?



A juzgar por el resultado de las elecciones británicas, el apetito de los políticos por acudir a los electores como forma de resolver crisis políticas, no va a tener más remedio que moderarse. Previo a la crisis, tal complejidad postelectoral podría dar lugar a descontar nuevas elecciones, pero ahora, el Reino Unido, comprometido a iniciar con carácter inmediato las negociaciones de abandono de la UE, no va a tener más opción que ser gobernado de forma inestable, de modo que la libra, a pesar de que ya ha sufrido un considerable correctivo desde el Brexit, (cerca de un 20% frente al euro respecto a su media de 2015), tiene frente a sí un panorama que continuará siendo oscuro.  Arrinconada la versión de un Brexit duro, cabría especular con que una posición británica más débil, favoreciese a la libra bajo el supuesto de que se intentaría optar por una modalidad de cooperación siguiendo el modelo de Noruega o de Suiza. Sin embargo, el resultado electoral británico no puede considerarse un fenómeno coyuntural sino enmarcado en un proceso de desconexión entre políticos y ciudadanos que afecta, en diferente grado, a todas las economías desarrolladas. Por esta razón es difícil abonarse a la teoría de que la libra ha podido perder ya lo suficiente como para hablar de la cercanía de un cambio en su evolución como se especulaba en algunas de las primeras interpretaciones al resultado electoral. 

Las causas de esta desconexión, están también en la raíz del otro evento importante de los últimos días. Se había especulado con que el BCE podría iniciar el lanzamiento de un mensaje a los mercados para prepararlos a una progresiva retirada de los estímulos monetarios. La razón por la que el euro no ha seguido apreciándose frente al dólar, es precisamente porque lo que deja el BCE tras su reunión no responde exactamente a lo que el mercado esperaba, y por el contrario ha introducido en el debate europeo algo que ya forma parte del norteamericano desde hace tiempo y es el papel de los salarios como determinante de las expectativas de inflación. Si economías con bajos niveles de desempleo como la norteamericana, la japonesa o la británica, mantienen un crecimiento muy moderado de los salarios, ¿cómo la eurozona va a esperar un ritmo de incremento que justifique la revisión al alza de las expectativas de inflación?

Es posible que a consecuencia de este posicionamiento de los salarios por el BCE en el centro de la ecuación estemos ante el inicio de un proceso de revisión de expectativas de alza de tipos de interés a nivel global, aspecto aparentemente positivo para el crecimiento económico pero que mantiene sin apenas recursos a los bancos centrales para abordar futuras recesiones. Si en el plano político los mensajes a la población presentan el proteccionismo como solución, en la práctica estamos solo en el inicio de un proceso de repliegue de las grandes corporaciones a sus países de origen aprovechando el desarrollo, en fase aún embrionaria, de la tecnología aplicada a la producción a través de la robótica, restando cada vez mayor importancia a los salarios como causa de la deslocalización. Estos cambios afectarán cada vez más a cómo interpretamos los ciclos de largo plazo en los mercados financieros y en el de divisas es donde antes se manifiestan.  Europa, asumiendo la supervivencia del euro, suma a los problemas de los demás, la carencia de una arquitectura institucional que permita conciliar los intereses de países con necesidades tan diferentes, obligando a los ricos a ajustarse a la velocidad de los más lentos. Nos preguntamos, más allá de fluctuaciones, si eso no es de por si suficiente para considerar que el euro tiene frente a si, todavía, un muy largo periodo de debilidad relativa respecto a las otras grandes divisas.  

n  The Economist: Una opinión sobre porque la FED no debería de subir los tipos de interes esta semana,…
n  Grandes puentes de China: ¿Otra burbuja?  Inaugura 50 al año, cuando el resto del mundo inaugura 10


lunes, 5 de junio de 2017

EL COSTE DE LA CONFIANZA


Si hay una característica esencial para que el sistema fiduciario en el que se basa nuestro sistema monetario pueda subsistir, es la confianza.  Desde el momento que aceptamos que aquello que nos entregan como medio de pago compensa la entrega de un bien, estamos confiando en que a su vez sea aceptado para adquirir nuevos bienes. Desde el fin del patrón oro, cualquiera de las grandes divisas del mundo sirven como medio de pago con la única base de la confianza de las partes en su valor. La inflación es el enemigo más evidente, de ahí que su control sea el anclaje fundamental de los bancos centrales, y sea precisamente la sostenida pérdida de valor de la moneda el indicio más claro de que sus usuarios han dejado de confiar en el respaldo que se supone representan las autoridades emisoras. La historia está plagada de ejemplos. Es esta pérdida de confianza en el sistema fiduciario el argumento con el que se abonan las teorías catastrofistas que suelen reverdecer en tiempos de tempestad. La convertibilidad es la aceptación del cambio de una moneda por otra en los mercados de divisas y son muchos los países que no pueden acceder a semejante estatus. Fuera de sus regímenes monetarios internos, los billetes de libras egipcias, o de bolívares venezolanos tienen igual valor que unos cromos del Capitán Trueno.

Antes de la última crisis, era difícil siquiera imaginar que la confianza fuese un motor de generación de expectativas como ahora está siendo. Guardando las distancias, la depreciación del dólar de las últimas semanas es consecuencia de un cambio en la percepción de confianza. La que pierde EE.UU. se transfiere a Europa. A pesar de que los norteamericanos pagan más a aquellos que adquieren su moneda, no parece suficiente para que los actores en el mercado de divisas mantengan las apuestas que tenían sobre su revalorización. Sin apenas temor a la inflación, es evidente que la grieta en la confianza en el dólar no se origina por la actuación de su banco central, sino en que la que llevan a cabo las autoridades políticas. La Administración Trump es cada vez menos fiable y eso pesa en la cotización del dólar.  Cuando su depreciación se equilibre con el nuevo estatus, el dólar encontrará su suelo y solo entonces podremos esperar que recupere valor relativo en términos de otra divisa. Los últimos datos no ayudan,  reflejando que se modera el crecimiento en EE.UU. Hará falta que también se moderen las expectativas, probablemente exageradas,  de que el BCE iniciará pronto el ajuste monetario para que el dólar se estabilice y recupere la confianza que está perdiendo en las últimas semanas. Pero para que el BCE tenga oportunidad de manifestarse habrá que esperar a la rueda de prensa de su Presidente tras la reunión regular de este jueves en Estonia, el mismo día en que se celebran las elecciones británicas, e incorporar en sus expectativas lo que resulte de la primera vuelta de las legislativas francesas del próximo domingo.

Mientras el calendario se va deshojando con la citas agendadas, el mercado habrá de digerir la crisis que está hundiendo la cotización de un banco del tamaño del Banco Popular, que va a poner a prueba la regulación europea surgida de la crisis y que puede terminar con la liquidación de la entidad.  Pocas instituciones acusan con tanta intensidad la pérdida de confianza como un banco y de cómo se resuelva su crisis, dependerá también la confianza en los mecanismos de resolución de crisis bancarias europeas.  En otro nivel se sitúa la crisis de un fondo de inversión de renta fija gestionado por Auriga e Intermoney y auditado por Deloitte, cuya cotización era suspendida esta semana por la CNMV. De nuevo la ausencia de confianza como conductor de los mercados. Más que los datos, es lo que está condicionando su evolución.

n  La Bolsa de México en máximos de cinco años a pesar de las amenazas norteamericanas
n  Los inversores internacionales ven posible una liquidación ordenada del Banco Popular
n  España: Suben hasta 18,35 millones los ocupados en mayo, con el mayor incremento desde julio de 2005