lunes, 18 de septiembre de 2017

DE CARTÓN PIEDRA

Adentrándonos cada día un poco más en el ojo del huracán que amenaza casi todo lo que hemos conocido en España en los últimos 40 años, sorprende que en los mercados financieros el asunto esté tan atrás en repercusión. Para cualquiera que se salte la sección de política de los diarios, diríase que no existe. Y sin embargo, es un territorio absolutamente inexplorado para la sociedad española, y que a diferencia de otros hechos que afectan a unos grupos más que a otros, el conflicto que protagonizan el gobierno autonómico de Cataluña y el gobierno central es visto con perplejidad, incredulidad y con preocupación por todos los ciudadanos. Parece cosa que han de resolver políticos, y sin embargo, todos los indicios apuntan a que en España se ha abierto una brecha que veremos si se puede volver cerrar.


Siempre es igual, todo parece imposible hasta que sucede. De eso ya hemos visto bastante en la última década en lo económico, pero  mucho más en lo político desde el final de la Guerra Fría, de modo que cuando por principal argumento se dice que Europa no reconocerá una república catalana, o se pretende que interviniendo las cuentas autonómicas con la excusa de que no hay que gastar dinero en un acto ilegal, se reconducirán las diferencias, uno siente vergüenza de su propio país y de la incapacidad de encontrar un modo más inteligente de resolver lo que algunos percibimos como la mayor amenaza que la sociedad española ha tenido que afrontar en décadas.  Sin embargo, véase la prima de riesgo o la renta variable, tan sensibles en su momento a los avatares de la política griega, pero tan inmutables ante una fractura política que ya es social. Ojalá nos equivoquemos, pero la factura que se nos extienda por esto será cara, porque aun saliendo bien, nadie puede salir con bien.  Si a estas alturas, todo lo que tenemos es la declaración institucional del Círculo de Empresarios, que habla de conducir a la sociedad catalana -¿y al resto?- a un auténtico precipicio, no hace falta ser ningún alarmado pesimista para pronosticar que estamos muy lejos de estar preparados para las consecuencias de un huracán como el que se ha desatado. Aún cómo mal menor ¿qué puede esperarse de unas elecciones autonómicas? ¿un gobierno burgués? Asumiendo que no hay un proceso de independencia inmediato, en Cataluña se instalará un gobierno de extrema izquierda e independentista, que tendrá enfrente a los mismos que son considerados por muchos culpables de la tensión. ¿No va eso a alterar un músculo de la cara del euro? ¿no va a espantar al capital exterior? ¿no va a encarecer la factura por intereses? ¿no va a dificultar todavía más la convivencia y la seguridad jurídica para hacer negocios? ¿no va alentar más independentismo? El euro no habría de ser ajeno a una crisis de soberanía tan importante en su seno, porque el euro es fundamentalmente la representación de la mayor cesión de soberanía de la historia europea, y si se ha visto amenazado es precisamente por el interés de los Estados en retener soberanía. Pero doctores tiene la Iglesia y también los mercados son soberanos, de modo que no somos los que vayamos a quejarnos de su cara de cartón piedra, porque ya tendremos tiempo de lamentarlo.


Mientras, esta semana, nos entretendremos con la FED, y el más que probable inicio de la retirada de liquidez, que comenzará con la no renovación de las compras de títulos a su vencimiento. No crea que está muy claro el tiempo que llevará el proceso, porque es algo que depende también de cómo se comporte el mercado, porque cuando tienes el equivalente al 30% del PIB en papel en el balance más vale que te muevas con cuidado. No le cuento si además no se sabe quién estará al mando.  Razón de más para que la suerte nos bendiga con un segundo mandato de la actual presidenta.   


n  Primera encuesta sobre el referéndum catalán: Participación del 64% con un 42% a favor y un 38% en contra
n  Cataluña: Cuatro años seguidos de inversión extranjera al alza  y dos tercios de su deuda, con el Estado

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