martes, 7 de noviembre de 2017

SEIS DE SIETE


Por primera vez en 40 años, y a partir del próximo febrero, no estará un economista al frente de la Reserva Federal sino un abogado. “Un abogado siempre estará menos dispuesto a experimentos monetarios” decía un analista, en apariencia aliviado al conocer la designación. Republicano, moderado, y considerado un “constructor de consensos”, se le asigna un tinte continuista en cuanto al ritmo de ajuste de los tipos de interés aunque menos proclive que la actual presidenta a la regulación del sistema financiero. Desde que entró en la Reserva Federal en 2012, nunca ha disentido de las decisiones adoptadas por la mayoría del Consejo de Gobernadores, y en la adscripción de los mercados, lo asignan al llamado grupo de “palomas” –más laxos en política monetaria-, al que también adscriben a la actual presidenta. No obstante hay que recordar que fue uno de los principales proponentes de la retirada de estímulos, -el llamado tapering-, y se le considera menos proclive a adoptar políticas de relajación cuantitativa en el caso de que una recesión asomase a las puertas.

Si el relato responde al perfil del personaje, y su perfil es tan similar al de la presidenta actual, la pregunta se cae sola, ¿por qué un recambio cuando lo normal, como ha venido ocurriendo desde que la FED adoptó su actual formato en 1935, es que su Presidente tenga al menos un segundo mandato?   La respuesta más sencilla suele ser muchas veces la respuesta buena, y es conocida la obsesión del actual Presidente de los EE.UU. por borrar cualquier vestigio de las actuaciones de su predecesor, lo que por sí misma sería razón suficiente. Sin embargo, es normal querer complementar el argumento con razones menos primitivas para no tener que llevarse, una vez más, las manos a la cabeza.  Las dificultades para implementar las promesas electorales de reducción de impuestos e inversión en infraestructuras, puede hacer temer al Presidente el resultado de una política monetaria demasiado estricta, y descartada la renovación de la actual presidenta por motivos ideológicos, los otros dos candidatos que se barajaban, ofrecían un perfil claramente de “halcones”, habiendo cuestionado ambos –erróneamente- las políticas no convencionales. 


Unos “tipos duros” habrían supuesto un riesgo innecesario de hacer saltar por los aires el delicado equilibrio que se precisa para llevar las condiciones monetarias a un territorio compatible con una economía que parece querer asentarse en tasas de crecimiento cercanas al 3% y con pleno empleo. Demasiado arriesgado, incluso para Trump, que pudo haber optado por el candidato menos conflictivo. Sin embargo no todo el camino se ha despejado. Siempre detrás de una curva aparece otra y el Presidente de EE.UU. todavía ha de nombrar al menos a otros tres miembros para cubrir las actuales vacantes del Comité de Gobernadores, sino cuatro si la actual presidenta lo abandona al perder su puesto, o incluso cinco si la otra mujer del Comité, claramente vinculada a administraciones demócratas, decide, como se especula, abandonar también. Seis miembros de siete. Ahora sí que ya puede llevarse tranquilamente las manos a la cabeza, porque frente a lo que haya podido leer similar a lo expuesto en la primera parte de este análisis, la situación sigue lejos de estar clara, y la Reserva Federal puede acabar siendo un nido de “halcones” o una bandada de “palomas” según convenga. Cualquier cosa cuando termine de pasar por las manos de un presidente como Trump.  Es comprensible que predominen las interpretaciones más dulces, pero cuando uno ve lo que los mercados descuentan respecto a futuras subidas de tipos, puede tener la duda de si serán los futuros los que hayan de adecuarse a lo que anuncia el Comité de Gobernadores, o será este el que cambie para adecuarse a los futuros. 

n  Proyecto de nueva Ley Hipotecaria: La ejecución de la hipoteca exigirá el impago de entre 9 y 12 cuotas
n  EE.UU.: Crea menos empleo de lo previsto, mejora la tasa de paro, pero los salarios se moderan en octubre
n  Las bolsas mundiales triplican su valor cuando se cumple una década de dinero barato 



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